jueves, 12 de marzo de 2015

Sin condición de raza

Los gitanos han tenido que padecer la miseria humana del odio desde sus orígenes. Escribieron los capítulos más trascendentales de su historia sobre las hojas caídas de los árboles mientras huían sin destino. Llevan siglos cargando con la cruz de la marginalidad y del desprecio. Tienen que soportar incluso que el diccionario de la Real Academia los llame estafadores. Y luchan, con razón, por erradicar de la sociedad el racismo que sigue existiendo contra ellos.

Desde la Gran Redada de Fernando VI y el marqués de la Ensenada, la famosa «Prisión general de los gitanos», ninguna pragmática dictada para proclamar su libertad ha conseguido eliminar la persecución social contra esta minoría que en Andalucía se asentó en perfecta convivencia con el resto de culturas. Tanto se mezclaron los gitanos caseros andaluces con moriscos y castellanos que hoy la gitanería es más un sentimiento que una condición. Pero su lucha es digna, legítima y necesaria. Por eso me ha preocupado tanto el proyecto de reglas que ha hecho la Hermandad de los Gitanos de Sevilla.

En ese texto, por muy consensuado que esté, hay normas que van en contra del mensaje de Jesús de Nazaret y del de los propios gitanos. Proponen esas reglas que el cargo de hermano mayor quede reservado sólo para los que acrediten con papeles pertenecer a la raza calé. Y yo, que muero con ellos y me parto la camisa por tenerlos a mi vera a todas horas, digo a boca llena que eso es una equivocación. Una cosa es que por tradición se haya elegido para esa responsabilidad a uno que «vende cá» y otra que eso quede escrito como una obligación. Ahora manda en la calle Verónica Pepe Moreno, que lleva en su apellido los colores de su raza y que tiene gitanería y categoría suficiente para entenderme.

Pepe es un caballero de Triana que lleva a cuestas la tinaja de las verdades calés para que los que queremos aprender ese soniquete saciemos nuestra sed. Y mirándole a los acais le digo que reservar las últimas parejas de nazarenos en los pasos para quienes acrediten con papeles su condición de gitanos es una discriminación impropia de una hermandad tan señorial. ¿Qué tribunal examina la pureza racial? ¿Cómo se acredita el gitanismo?

Los gitanos fundaron la cofradía y ahora es un orgullo para Sevilla que el Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias los representen. Pero con la misma virulencia con la que hay que exigir a los gachés que dejen de segregarlos, hay que conminar a los gitanos a su integración absoluta. ¿O no es una victoria para tantos siglos de penurias que los castellanos quieran colgarse la medalla de los calorrós? ¿Existe mayor ejemplo de convivencia que poder otorgarle el mando del Moreno a un gachó? Ni para ser hermano mayor de Los Panaderos hay que amasar bollos, ni para ser de Los Negritos hay que haber nacido en Senegal. Ni para ser gitano hay que tener papeles. Lo único que hay que tener es al Señor de la Salud en las entretelas porque todos somos iguales ante Dios. Ésa es la única regla.
Publicada en el diario EL CORREO DE ANDALUCÍA http://elcorreoweb.es/2015/02/05/el-arzobispo-defiende-la-igualdad-de-derechos-de-los-payos-en-los-gitanos/

                

1 comentario:

  1. Me encanta tu noticia porque describe completamente la controversia que se vive en mi hermandad hoy en día. Esta raza que sufre la pena negra como bien decía Lorca debe integrarse completamente en la sociedad, y dejar que nos integremos con ellos. No solo en el ámbito de la educación, como un congreso de cada año lo demuestra, sino en otros como el de la mujer que he echado en falta, pero como es concreto de la Hermandad no es bueno desviarnos mucho del tema. Las palabras utilizadas me ha. Gustado mucho porque dan un toque distinto a la noticia. Enhorabuena.

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