viernes, 6 de marzo de 2015

La letra con proyectos entra

¿Quién nos iba a decir que al final iba a ser la Iglesia la innovadora? O al menos en el ámbito educativo, y es que como cuenta esta noticia del periódico 20 minutos los colegios jesuitas de Cataluña han comenzado a seguir un sistema educativo poco ortodoxo.

Este sistema implantado en 3 de sus 8 colegios catalanes se basa en principios que no nos resultan nuevos, fomentar el trabajo en equipo o una mayor atención al alumno son algunas de las recomendaciones que escuchamos de boca de los inspectores de instituto, y en estos centros parecen que se han llegado a realizar gracias a los que los más tradicionales y escépticos tacharían de un sistema anarquista. En él no existen ni asignaturas, ni exámenes, ni horarios, de hecho el recreo se da cuando los alumnos afirman estar cansados. Y es que ni las barreras físicas han resistido este cambio radical de la enseñanza, la paredes se han demolido para establecer clases llenas de mesas grupales y sofás para que los 60 alumnos que llenarían el aula trabajen en los distintos proyectos con la ayuda, no de uno, sino de 3 profesores.

Las opiniones ante esta nueva forma de enseñanza son muy variadas. Por un lado podemos afirmar, por los datos del primer semestre en el que se ha llevado a prueba, que el interés de los alumnos por aprender a aumentado exponencialmente, y es que al enseñarles la utilidad práctica de los conocimientos adquiridos el prisma con el que se miran las clases es otro. Además los conocimientos son mucho más variados, al hacer un proyecto sobre el Imperio Romano se trata el arte, latín, geografía... No se limita a la historia pura que conocemos. Finalmente, y ganando un punto a favor contra el modelo que nos aplica el Estado, la forma de proceder en estos colegios, ya que aún solo se aplicó a sexto de primaria y primero de la ESO, se ha elaborado a partir de más 56.000 ideas de alumnos, padres, madres y profesores, no proviene de un despacho alejado de las aulas.

En su contra simplemente preguntarnos por su eficacia, la cual no conoceremos hasta que estos estudiantes vayan superando diferentes niveles más allá de su zona de confort en el colegio jesuita y lleguen a un bachillerato o una universidad donde se darán de bruces con un sistema tradicional, cuadriculado y basado en exámenes. A no ser que sea el sistema tradicional sea el que cambie a favor de la innovación jesuita.

2 comentarios:

  1. ¡Por fin una reforma con sentido en el ámbito educativo! Mi sorpresa sin duda es que haya sido llevado a cabo por una institución católica. Difiero de su ideología pero, me parece muy acertada esta reforma que han conseguido aplicar en estos dos grados de la enseñanza.
    Como estudiante, soy obligado a estudiar cosas que, no utilizaré y ni me serán útiles en la vida. Además, tenemos un régimen no flexible de horarios y descansos que, me parecen totalmente abusivos. <Espero que esta medida se contagie a más instituciones (religiosas o no) y los pequeños puedan disfrutar de una educación con ganas, a diferencia de nosotros.

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  2. Al contrario de ti, Pablo, pienso que este tipos de reformas educativas deberían llevarse a cabo en niveles de menor rango que primero de la ESO que ya entra dentro de la educación secundaria. Como bien dices al final de tu comentario Tico, cuando estas personas lleguen a Bachillerato o a la universidad van a encontrarse con dificultades tal que exámenes, clases abarrotadas de gente, limitación de tiempo, etc.
    Lo que yo creo que deberíamos hacer es que en vez de hacer un sistema educativo en el cual reine la educación y la libertad, deberíamos preocuparnos primero de lograr una educación digna para todos, empezando por clases con menos estudiantes, una ampliacion de las becas y ayudas, reconocimientos a buenas notas, etc.
    Si yo fuese de las personas que recibiría el curso estaría feliz porque es un método bastante lúdico pero estaría bastante preocupada por mi futuro.

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