Esta noticia
reflejada en el periódico de tirada nacional, El País, es un claro ejemplo de que las palabras son un arma de
doble filo porque, al igual que se pueden ir en tu favor, pueden convertirse en
tu condena.
“¿Quién me mandaría a mí a decir eso?”, estas palabras estoy
seguro que aparecieron en la mente del portavoz en el congreso del Partido
Popular, Rafael Hernando, al llamar Naranjito (como la mítica mascota del mundial
del 82 celebrado en España) al presidente de uno de los nuevos partidos que
suben como la espuma en las encuestas, Ciudadanos. Este partido, tiene como
color identificativo, el naranja.
“¿Por qué tendría que existir las redes sociales?", Segundo
remordimiento del dirigente popular. Tras sus palabras, Albert Rivera subió a
Twitter una foto suya junto a Naranjito, y en poco tiempo, el hagstag
#YoSoyNaranjito causó furor en la plataforma del “pajarito”. En definitiva, las
redes sociales rigen, hasta la nueva fórmula para hacer política. La política,
está hecha para estar al servicio de los ciudadanos, o eso se supone, y por
ello, que mejor manera de llegar a los ciudadanos que con ellas. Elemento de la
vida cotidiana, y más seguidas que cualquier mitin, las redes sociales se están
convirtiendo en un arma para las nuevas fuerzas políticas como Podemos o
Ciudadanos que buscan en ellas el método para mostrarse cercanas con las
personas y diferenciarse de los partidos clásicos con los que reúsan a
compararse. El comunicarse con los
votantes, es clave.
Las palabras son un arma de doble filo, de ahí la necesidad
de saber cómo usarlas, de cómo usar aquella retórica que ya los sofistas
enseñaban a los futuros gobernantes en la antigua Grecia. Y es esto lo que traen
las cabezas visibles de los nuevos
partidos. Personas que levantan a las masas, personas que saben cuál es la
mejor contestación en cada momento. Muy bien sabían esto personajes como Hitler
o Gebbels que consiguieron mediante sus discursos llevar a una nación a que
siguieran sus intereses. En definitiva, la palabra lo puede todo, tanto
llevarte a la gloria como guiarte a los infiernos.
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En definitiva, tanto redes sociales (Twitter), que
funciona con mensajes verbales cortos, como en mítines donde la expresión oral
juega un importantísimo papel, el ser elocuente es algo que marca las
diferencias en política, ¿por qué no extrapolar esto a la vida cotidiana y
enseñar a ser buen orador? Para mí, esto sería un paso clave
Guillermo, estoy totalmente de acuerdo con la elevada importancia que le das a la retórica, mas se ha de ser cauto al elogiarla. Por suerte o por desgracia no todo el mundo tiene la oportunidad de tratar con esta enseñanza. Por desgracia porque sería fascinante poder tener conversaciones con alguien que durasen horas cada uno defendiendo su postura. Pero por suerte también, ya que como digo estas conversaciones que durasen horas llegarían a pocas conclusiones. Véase la política actual en la que mucho se habla y poco se acuerda.
ResponderEliminarYa advertía Schopenhauer en su tratado El arte de tener razón (obra que debería de ir en letra cursiva, pero escribo desde un tablet y no sé como hacer tal cosa) la diferencia entre llevar razón, y por tanto estar en lo correcto, y tener razón, lo que simplemente significa haber utilizado los argumentos necesarios para hacer ver que uno esta en lo correcto, sin importar si esto es cierto o no.