"Llegaré a Nepal a principios de abril", respondía a unos amigos Roser Palau en su Facebook con un guiño en el mes de febrero pasado. Ella se encontraba entonces en Indonesia,, tenía como uno de sus lemas: "La vida es la mejor escuela". En la plenitud de su espíritu aventurero, es la primera víctima española del seísmo que azotó el país asiático.
En la misma zona, un equipo de 16 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) esperó este martes cinco horas en un hangar de la base militar de Katmandú un helicóptero que jamás llegó a despegar para llevarlos al valle de Langtang,.
Problemas logísticos y burocráticos han retrasado la entrada de esos envíos y su reparto a los damnificados. El fin de semana la ONU se declaró “extremadamente preocupada” por los retrasos en aduanas.
La desorganización se extiende también al ámbito militar. Muchas autoridades, muchas misiones de asistencia y pocas aeronaves.
Desde media mañana los militares españoles se encontraban preparados para subir a lo que ya son los restos de Langtang. Una primera avanzadilla con perros había partido a primera hora. Pero bajo un sol de fuego el helicóptero que les habían prometido no se materializaba, y los planes de vuelo que les comunicaban los militares nepalíes cambiaban una y otra vez. Se les comunicó que volarían directamente a Langtang. Después que no, irían primero a Duche, al pie del valle y desde allí a Langtang. Más tarde el plan volvía a ser ir directamente a Langtang. Repartidos en dos vuelos, posiblemente tres. No, definitivamente en dos vuelos. Saldrían a las once y media. A la una y media...
Al fin, los seis primeros miembros del equipo embarcaron en el helicóptero, junto con 450 kilos de material, a las tres de la tarde. Solo faltaba el piloto. Estaba comiendo. Una hora más tarde, los militares encabezados por el capitán Jaime Graus recibían orden de descender del aparato y regresar. La misión se había abortado. Se había hecho tarde para volar. Se avecinaba, además, una tormenta según advertía el equipo de guardias civiles ya presentes en el valle. El helicóptero se utilizó finalmente para recoger al resto del operativo español de rescate, compuesto por una decena de guardias civiles, tres efectivos de la UME y perros ante el peligro de tormenta.
En mi opinión veo bien este despliegue de militares y recursos para poder encontrar el cadáver de una persona humana, pero creo que también hay una parte negativa, ya que hay muchas personas que también han fallecido y otras muchas desaparecidas y que quizás también deberían darle importancia, claro está que nada excusa la muerte de un ser humano, pero después de esta catástrofe creo que cualquier servicio prestado para intentar poner fin a esta solución dentro de lo que cabe se dará por bueno.
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